
En primer lugar, se pueden enseñar una serie de técnicas de estudio que, aunque pueda parecer muy teórico, otorgará al alumno distintas herramientas (forma eficaz de realizar esquemas, resúmenes, subrayado...) para aprender adecuadamente.
En segundo lugar, podría plantear trabajos de grupo en los que el alumno debe realizar un cronograma. En él tendrían que exponerse los distintos pasos que se van a realizar a lo largo del tiempo hasta completar el trabajo.
En tercer lugar, para niños más pequeños, se podría plantear una actividad de comprensión lectora en la que se obliga al alumno a consultar aquellos términos que no entiende en el diccionario.
Por otro lado, una actividad muy efectiva para que los alumnos aprendan a autorregularse es la ayuda del profesor en la realización de trabajos. Es decir, antes de que el alumno presente el trabajo delante de la clase, le expone el esquema y sus argumentos, de modo que el profesor le puede hacer preguntas que le hagan reflexionar para ver si realmente ha comprendido el tema. Estas preguntas puede plantearlas por escrito el profesor antes de la realización de cada trabajo para que los alumnos vayan interiorizándolas (por ejemplo ¿sabría explicar este concepto de otra manera? ¿existe conexión entre las ideas? ¿esta consecuencia se deriva realmente de los argumentos anteriores?)
Otro ejemplo de autorregulación, es el cuaderno de dudas. Establecer un cuaderno de dudas que hay que entregar el día anterior del examen para que el profesor las resuelva. De esta forma, aprenden a plantearse preguntas y a resolver efectivamente las dudas que les han surgido durante el estudio.
En conclusión, son muy numerosas y variadas las actividades que pueden plantearse para favorecer el aprendizaje autorregulado en los alumnos: actividades integradas en otro proyecto más amplio o actividades dirigidas esencialmente a la autorregulación.
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